“De esta manera, para Carmen Dragonetti la tarea de determinar si existe o no la filosofía de la India, no debe partir de la definición de la filosofía sino de aquellos elementos que se encuentran en las mismas concepciones de la India y que son similares a los desarrollos de la filosofía Occidental.”
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La definición de la filosofía según Jeffery D. Long
Seguir leyendo La definición de la filosofía según Jeffery D. Long«Asimismo, nos presenta que el término filosofía no ha tenido una definición única y estática a través del tiempo, sino que ha sabido evolucionar y se ha visto modificada de la misma forma que la matriz cultural a la que pertenece, moldeándose a los cambios que ha tenido la mentalidad europea en su propia historia.»
Los periodos de la historia de la filosofía en tres textos escolares
Seguir leyendo Los periodos de la historia de la filosofía en tres textos escolares«En este presente escrito, les presentamos como se abordan los periodos de la historia de la filosofía en tres textos escolares. Para ello hemos considerado tres textos que estaban a nuestro alcance: Introducción a la Filosofía y Lógica de Augusto Salazar Bondy y Francisco Miró Quesada, Historia de las doctrinas filosóficas de Pedro Chávez Calderón, e Historia de las doctrinas filosóficas de Ernesto Priani e Itzel Lopez.»
La producción de textos en el sistema educativo norteamericano: ‘Term paper’, ‘position paper’, ‘research paper’ y ‘essay’
Seguir leyendo La producción de textos en el sistema educativo norteamericano: ‘Term paper’, ‘position paper’, ‘research paper’ y ‘essay’«Como señalábamos inicialmente, para evaluar el desarrollo de los estudiantes era necesario una prueba y para medir las habilidades de escritura se exige cuatro tipos de textos: “essay”, “research paper”, “position paper” y “term paper”. El nivel de cada uno de estos tipos de textos escritos conlleva un mayor número de complejidad respecto al anterior, razón por la cual son considerados como prueba según el nivel educativo en el que se encuentre el estudiante.»
¿A qué denominamos filosofía de la educación?
Seguir leyendo ¿A qué denominamos filosofía de la educación?«Si buscamos una definición que nos permita encontrar un terreno seguro sobre el cual estructurar nuestras ideas sobre lo que es la filosofía de la educación, nos vamos a encontrar con un campo de batalla donde se enfrentan diferentes posiciones al respecto y diferentes términos que conviven y se sobreponen bajo ciertas interpretaciones.»
Diógenes Laercio y el primer texto sobre historia de la filosofía
«Ahora bien, en cuanto al método de exposición empleado por Diógenes Laercio podemos agregar que él recoge la clasificación en dos series de escuelas: la serie Jónica y la Itálica, de Soción (siglo II a.C.), una de las fuentes del autor, quien presentaba la historia de la filosofía a partir de los diácodos o sucesiones.»
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Dos conceptos aristotélicos: Homonimia y Sinonimia
«Sinnott, al hablar sobre ellas, nos advierte que dichas nociones semánticas aristotélicas difieren del sentido actual que pueda tenerse de ambos términos, pues actualmente dichos conceptos sólo hacen referencia a las palabras, desligándose por completo del sentido aristotélico donde la referencia se encontraba en la relación entre los campos lingüísticos y ontológicos.»
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La definición de la Filosofía según Rom Harré
Rom Harré, filósofo neozelandés nacido en el año 1927 y egresado de la Universidad de Auckland, publicó en el año 2000 un libro titulado “Mil años de filosofía. De Ramanuja a Wittgentein” donde el autor nos da su versión personal de la historia de la filosofía, incluyendo a la filosofía de la India, China, del Islam y de Europa, en un esfuerzo por plantear una versión más amplia de la historia de la filosofía y no restringirse a un lugar común como resulta ser la filosofía europea.
Como todo libro de introducción a la filosofía, antes de que el autor nos proporcione su visión panorámica de la historia de ésta, comienza por dedicar el primer capítulo del libro a definir qué significa la palabra filosofía para él. Al respecto, Harré aborda este asunto desde una perspectiva diferente a la de otros autores, porque en lugar de comenzar por la relación cognoscitiva entre el sujeto y el mundo, él decide comenzar desde la actividad que realiza el filósofo para finalmente presentarnos su definición de la filosofía y como se da la mencionada relación cognoscitiva en la filosofía y la ciencia.
Así pues, el filósofo neozelandes define a la filosofía como “el examen crítico de los modos de vida humanos” (Harré, 2002, p.7) tanto en sus aspectos intelectuales como en los prácticos. Asimismo, identifica dos niveles de reflexión asociados al desarrollo de la filosofía en su historia: el nivel de las intuiciones cósmicas y las apreciaciones críticas. El primero tiene una naturaleza más especulativa y se presenta en los orígenes cuando el ser humano se preguntaba por su lugar en el cosmos, por el modo de vida que debe llevar. En cuanto al segundo nivel, este aparece con el renacimiento y la modernidad, y consiste en el cuestionamiento a los “presupuestos subyacentes” que fundamentan las mencionadas intuiciones, actividad que se considera como la función principal del filósofo en la actualidad.
Ahora bien, un elemento crucial para explicar la labor del filósofo son las “presuposiciones subyacentes”, que son consideradas proposiciones que otorgan un sentido a las actividades intelectuales y prácticas. Precisamente, el papel del filósofo consiste en identificar dichas presuposiciones para luego someterlas al examen crítico, por ello el autor señala que “la atención del filósofo se centra en el sistema conceptual vigente y, en particular, en su plasmación lingüística” (Harré, 2002, p.24). Y es que desde su perspectiva no importa si hablamos de filosofía de la India, China o cualquier otra, puesto que siempre encontraremos estos presupuestos subyacentes que fundamentan y organizan las diferentes actividades humanas.
Este proceso de identificar las presuposiciones para luego criticarlas, es identificado por Harré como el método de la filosofía. No obstante, debo señalar que afirmar que existe un método en la filosofía es un tanto inexacto, puesto que si revisamos la historia de la filosofía nos vamos a encontrar que en realidad hay diferentes formas de abordar la filosofía, razón por la que considero que en realidad lo que el autor hace es presentar una serie de herramientas que utilizan los filósofos.
Así pues, en relación con la primera parte del mencionado proceso, se señala que éste consiste en una “(…) labor de extracción, análisis y discusión crítica de todo género de presuposiciones subyacentes a las prácticas humanas” (Harré, 2002, p.19) basado, por lo general, en la experiencia y la intuición. Sin embargo, se señala que el filósofo Robin Collingwood utilizaba un método más confiable que la intuición y consistía en indagar sobre los fundamentos que sostiene ciertas ideas, hasta llegar a un nivel donde encontremos las presuposiciones absolutas que las sostienen. Luego de haber identificado las presuposiciones subyacentes, se procede al examen crítico de las mismas. Proceso donde el filósofo cuenta con tres herramientas que le permitirán realizar la crítica: los experimentos mentales, a través de casos imaginados que permitan identificar incongruencias en las presuposiciones; la detección de paradojas, es decir identificar las presuposiciones que contradicen la idea que ellas fundamentan; así como también la identificación de analogías gramaticales que provoquen confusión, o en otras palabras términos que posean diferentes significados y que por el uso inadecuado de uno de éstos nos lleven a un error argumentativo.
Con relación a estas dos etapas del “método filosófico”, según Harré, éstas se relacionan con el desarrollo de las tradiciones filosóficas. En efecto, la primera etapa de identificar las presuposiciones subyacentes está asociada a aquel periodo de la filosofía donde se intenta aclarar el mensaje o la interpretación de los textos sagrados o de las prácticas religiosas; mientras que la etapa de la crítica corresponden al periodo posterior al giro epistemológico donde la ciencia se convierte en el centro de la discusión filosófica y se produce la aparición de tres escuelas que defiende diferentes perspectivas de la ciencia: el positivismo, el convencionalismo y el realismo[1].
Por otra parte, dicho método filosófico nos habrá dejado como producto el haber encontrado que las presuposiciones subyacentes pueden ser formuladas en dos clases de proposiciones, que se encuentran relacionadas entre sí dentro de la relación cognoscitiva entre el sujeto y el mundo: la relación entre la representación y lo representado, o en otras palabras la relación entre el sistema simbólico y lo simbolizado; de tal manera que las presuposiciones subyacentes se encuentren en el nivel del sistema simbólico y le dan un sentido a los simbolizado.
Es así, que se nos presentan cuatro formas de distinguir las mencionadas presuposiciones, que se han desarrollado a lo largo de la historia de la filosofía y que corresponde al trabajo de los siguientes filósofos: Leibniz, Reid, Kant y Wittgenstein. El primero propone una distinción entre las verdades de razón, que hacen referencia a las características o infinitos predicados de las especies; y las verdades de hecho, que corresponden a enunciados formulados respecto a individuos. En cuanto a Reid, se recoge su propuesta del principio del sentido común que consiste en la diferenciación de ciertos principios comunes y evidentes que fundamentan cualquier razonamiento. Respecto a Kant se consideran los juicios sintéticos a priori como el conjunto de leyes a las que se sujeta la experiencia. Por último, Wittgenstein de quien se menciona a las “gramáticas” como el conjunto de reglas que establecen el buen uso de un sistema simbólico, identificándolas de forma figurativa con el marco de un cuadro, donde el cuadro vendría a ser las proposiciones que refieren a algún aspecto de la realidad. Es decir, que el marco serían las definiciones y el cuadro sería las descripciones.
Como resultado, se identifican a las presuposiciones subyacentes con las verdades de razón de Leibniz, los principios del sentido común de Reid, los juicios sintéticos a priori de Kant y las gramáticas de Wittgenstein, asimismo se les presenta como el sistema conceptual que nos permite organizar las experiencias que obtenemos de nuestra relación con el mundo. Así nuestro conocimiento del mundo no se encuentra determinado por las sensaciones ni por las presuposiciones sino que se produce a través de una relación activa con éste.
Finalmente, dicha perspectiva de las “presuposiciones subyacentes” le permite al autor explicar cuál es el objeto de estudio de las cuatro disciplinas tradicionales de la filosofía: la metafísica, la epistemología, la ética y la lógica. Respecto a la primera, se nos indica que su objeto no son cuestiones de hecho sino los conceptos y sus relaciones, es decir, los sistemas conceptuales. En cuanto a la epistemología, sus presuposiciones giran en torno a los conceptos y criterios que nos permiten formular enunciados de hecho. En cuando a la ética, su objeto son los conceptos que nos permiten describir y discutir sobre la vida moral de las personas. Mientras que la lógica, presentó a lo largo de su historia diferentes presuposiciones. En la antigüedad su objeto eran los principios que nos permitían determinar si una inferencia era correcta o no; mientras que en la edad media estaba enfocada hacia los patrones de razonamiento dentro de los cuales se consideraban a los conceptos modales como la necesidad y la posibilidad; y durante el siglo XX su objeto pasó a ser “la estructura de los modelos de razonamiento y la estructura verdadera de toda clase de proposiciones”. (Harré, 2002, p.17).
Referencias:
- Harré, R. (2002). Mil años de filosofía. De Ramanuja a Wittgenstein. México DF, México: Santillana Ediciones Generales, S.A.
[1] Estas tres escuelas poseen una concepción distinta de la ciencia:
- Positivismo: La ciencia es proyecto que se centra en la organización del conocimiento que se adquiere a través de la verificación empírica.
- Convencionalismo: La ciencia es un proyecto que busca construir un sistema coherente que permita interpretar correctamente la realidad.
- Realismo: La ciencia es un proyecto que busca la comprensión de la realidad, asumiendo que puede acceder al conocimiento de las regularidades de la realidad, sea que se traten de procesos observables (verificación empírica directa) o inobservables (verificación indirecta).
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Teoría general del conocimiento 3
-El origen del conocimiento-
El conocimiento, resultado de una secuencia de procesos psicológicos que se expresa a través del lenguaje y que es plasmado en proposiciones como: “todos los cuerpos son extensos” o “el sol calienta la piedra”. Sin embargo, ¿Cuál es su origen? ¿Qué fundamenta su validez? Estas son dos de las preguntas que Johannes Hessen expone al desarrollar el problema del origen del conocimiento en su libro.
Al respecto, debemos comenzar por hacer una aclaración en cuanto al significado del término conocimiento, pues hasta ahora Hessen lo entendía como proceso del conocimiento pero al abordar la problemática de su origen, él cambia la forma en que lo entendía pasando a identificarlo con el resultado del proceso, es decir ya no se centra tanto en la posibilidad de que el sujeto pueda acceder a la realidad, sino que cambia el foco de atención hacia cuál es la fuente u origen de los contenidos de nuestro pensamiento, de nuestro conocimiento.
Desde esa perspectiva, el autor nos presenta cuatro posiciones epistemológicas distribuidas entre dos extremos: la razón y la experiencia como fuentes del conocimiento. En función a ello sitúa al racionalismo y al empirismo a ambos extremos, mientras que el apriorismo y el intelectualismo los sitúa en el centro debido a que ambos consideran que el conocimiento es producto de la razón y la experiencia con la salvedad de que la primera se encuentra más cercana al racionalismo, mientras la otra más próxima al empirismo.
La primera de estas posiciones epistémicas es el racionalismo, que se caracteriza por identificar a la razón o el pensamiento como la fuente de todo conocimiento, razón por la cual se considera una doctrina exclusivista que considera únicamente como conocimiento verdadero a aquel que cumpla con ser lógicamente necesario y universalmente válido, dicha exigencia en parte se debe a que esta doctrina se ha visto alimentada por las ciencias ideales como las matemáticas, que se caracterizan por ser conceptuales y deductivas. Asimismo, dicha doctrina se caracteriza por participar del dogmatismo metafísica que revisamos en el problema de la posibilidad del conocimiento, puesto que considera que es posible penetrar la esfera ontológica o metafísica a través del pensamiento.
A lo largo de la historia se han presentado diferentes variantes del racionalismo, así tenemos al racionalismo trascendental que encontramos en Platón y su teoría de las Formas donde la realidad verdadera es inteligible y se encuentra fuera del mundo sensible; otra versión es el realismo teológico de Plotino y San Agustín, donde las Formas y el espíritu individual son emanaciones del Nous cósmico o espíritu del universo, por lo que el conocimiento de las Formas se produce a través de la iluminación del espíritu humano por parte del espíritu absoluto o Nous cósmico que en San Agustín se identifica con el dios judeo cristiano; otra variante es teognosticismo que encontramos en Malebranche (siglo XVII) y en el ontologismo de Gioberti (siglo XIX) quienes afirman que la única forma de conocer las cosas es contemplando lo absoluto o el ser real absoluto en su actividad creadora; en la modernidad aparecería el racionalismo inmanente que encontramos en la teoría de las ideas innatas de Descartes y Leibniz, donde el primero afirmaría que algunos conceptos fundamentales serían innatos mientras que el segundo agregaría que dicho innatismo sería potencial como si fueran un germen debido que lo que es innato es la facultad de formar conceptos; por último el racionalismo lógico que separa el problema psicológico del lógico, centrándose en éste para buscar su validez en la conciencia general o el ser absoluto del que se deriva los contenidos del conocimiento, de tal forma que produzca en la conciencia individual de los sujetos las ideas innatas.
En cuanto al empirismo, esta posición epistémica nos presenta a la experiencia sensible como la fuente de todo conocimiento, mientras que la conciencia del sujeto sería considerado como una tabula rasa donde la experiencia registra el conocimiento. Estas afirmaciones las sustenta con la observación de la evolución del pensamiento humano donde la experiencia es crucial para su desarrollo. Además, dicha experiencia se divide en dos partes: una interna (o percepción de sí mismo) y otra externa (o percepción de los sentidos). Por otro lado, esta doctrina se ha visto influenciada por las ciencias naturales donde la observación y la experimentación son piezas claves para su desenvolvimiento. Asimismo, debido a que no considera posible penetrar la esfera metafísica u ontológica, el empirismo es considerado un escepticismo metafísico. No obstante, incurriría en una contradicción al aceptar la existencia de las matemáticas como conocimiento que no dependen de la experiencia.
Ahora bien, si revisamos la historia del empirismo encontraremos que la idea de la tabula rasa es recogida desde los estoicos, según afirma Hessen, pero no es hasta el siglo XVII que John Locke siente las bases del empirismo, identificando a las ideas (perceptions) como contenidos extraídos de la experiencia pero diferenciándolas entre simples (cualidades sensibles) y complejas (conjunto de cualidades sensibles), donde el pensamiento solo cumple la labor de organizar dichas ideas, con la excepción de las matemáticas que se fundamentan únicamente en el pensamiento; Luego, David Hume lo replantearía afirmando que las ideas (o representaciones de la memoria y la fantasía) son copias de las impresiones (o sensaciones vivas de la experiencia interna y externa), abandonando los conceptos de substancia y causalidad, y manteniendo a la matemática como un conocimiento independiente a la experiencia; otra variante es la de Etienne de Condillac, quien a diferencia de Locke y Hume el redujo la experiencia a la sensación (experiencia externa), por lo que su doctrina se denominó sensualismo; por último, Hessen considera a John Stuart Mill dentro de los empiristas señalando que éste supera a los filósofos precedentes al lograr que la matemática y la lógica tengan como fuente a la experiencia.
Respecto a la tercera posición epistémica, tenemos que ésta se denomina el intelectualismo, la que pese a que reconozca que el conocimiento tiene como base a la razón y a la experiencia, ésta se encuentra próxima al racionalismo al reconocer que existen juicios lógicamente necesarios y universalmente válidos pero con el agregado que estos están referidos a objeto ideales y reales, así como también conciben a los conceptos como productos de la experiencia y no como elementos a priori de la razón. De tal manera que mientras el empirismo reconoce que cada experiencia genera un contenido de conocimiento idéntico en el intelecto, el intelectualismo considera que los contenidos de conocimientos obtenidos por la experiencia son empleados por el intelecto para producir un contenido de conocimiento distinto. Los máximos representantes del intelectualismo son Aristóteles y Tomás de Aquino quienes conciben una distinción entre las representaciones intuitivas sensibles y los conceptos, proponiendo una explicación del proceso del conocimiento donde las Formas de la teoría de las ideas de Platón son colocadas en cada una de las cosas, razón por la cual requieren de un nous poiéticos (entendimiento real o agente) que las extraiga para registrarlas en un nous patheticos (entendimiento posible o pasivo) en Aristóteles, mientras que en Tomás el procedimiento termina siendo más extenso.
La cuarta posición epistémica es el apriorismo, que si considera la existencia de factores a priori como el racionalismo con la salvedad que éstas no constituyen contenidos del conocimiento, debido que dichos contenidos se obtiene de la experiencia sensible, razón por la cual esos factores constituyen formas a priori del conocimiento o condiciones de posibilidad del conocimiento. Así a diferencia del intelectualismo que es receptivo y pasivo, el apriorismo se caracteriza por ser espontáneo y activo en el proceso del conocimiento. Por otro lado, su máximo representante es Immanuel Kant quien considera que el conocimiento está conformado por materia y forma, señalando dos tipos de conocimientos dentro del proceso: la intuición y el pensamiento, de tal manera que las formas de la intuición sensible son el espacio y el tiempo que se encuentran en el interior del sujeto, mientras que las formas del pensamiento son las categorías, en ambos casos dichas formas organizan la información recibida.
Por último, Hessen analiza las posiciones extremas (racionalismo y empirismo) y las intermedias (intelectualismo y apriorismo) desde las esferas psicológica y lógica que se encuentran en el fenómeno del conocimiento. En cuanto a las posiciones extremas en relación a la esfera psicológica señala que ambas son refutadas por la psicología de la época puesto que ésta había demostrado que el conocimiento está constituido por contenidos intuitivos y no intuitivos, además de no haber encontrado forma de sostener la existencia de contenidos de conocimiento a priori. En cuanto a la esfera lógica, dichas posiciones extremas proporcionan dos soluciones respecto a la validez del conocimiento que consiste en tratar de forma diferente los contenidos de las ciencias ideales y las ciencias reales, que a su vez son identificadas por Leibniz como verdades de razón y de hecho, respectivamente. De otro lado, las posiciones intermedias en relación a la esfera psicológica, coinciden con la psicología de la época en cuanto a los factores racionales y empíricos que constituyen el conocimiento. Sin embargo, en la esfera lógica la única posición que satisface la pregunta por la validez del conocimiento es el apriorismo, pese a que al igual que el intelectualismo, reconoce la existencia de juicios lógicamente necesarios y universalmente válidos como el racionalismo, pero su diferencia radica en que el apriorismo es la única que no requiere establecer un supuesto metafísico-cosmológico (estructura racional de la realidad) ni realiza una construcción metafísico-psicológica (esquema de acto y potencia) como si lo hace el intelectualismo.
Referencia:
Hessen, J. (1981). Teoría del Conocimiento. Recuperado de https://gnoseologia1.files.wordpress.com/2011/03/teoria-del-conocimiento1.pdf
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La definición de la filosofía según David Sobrevilla
David Sobrevilla Alcazar (1938-2014) fue un filósofo peruano egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que realizó un doctorado en filosofía en la Universidad de Tubinga en Alemania. En cuanto a su desarrollo filosófico, otro gran filósofo, Francisco Miroquesada señala que éste puede describirse en tres periodos: periodo de aprendizaje (1955-1970), periodo de transición (1970-1986) y un periodo autónomo (1986-2014) donde buscará una filosofía más auténtica, en el sentido que partirá de la tradición occidental para replantearla, después de pasarla por el tamiz que representan las necesidades y particularidades propias del Perú y Latinoamérica.
En el año 2014, la Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma publicó el libro Introducción a la Filosofía de David Sobrevilla, donde él define a la filosofía de dos maneras, primero como “la orientación racional y general en el mundo”, y luego como “la reflexión racional sobre ciertos problemas básicos o fundamentales, (…) de un alto grado de generalidad y por ello mismo muy abstractos (y difíciles)”, con la salvedad que él las presenta como determinaciones de la filosofía. No obstante, antes de hablarnos de dichas determinaciones, él nos presenta el panorama de las perspectivas desde las cuales se puede abordar la indagación sobre la filosofía: la indagación etimológica y la indagación conceptual.
En cuanto a la primera, se nos menciona de la existencia de un sentido técnico y otro no técnico. El primer sentido es la clásica definición de la filosofía como amor a la sabiduría, a partir de las raíces griegas que conforman dicha palabra. Respecto al sentido no técnico, este se encuentra en un texto de Hesíodo (siglo VIII a.C.) quien utiliza el término como “amante del saber”, posteriormente la utilizarían Heráclito y Pitágoras (siglo VI a.C.), el primero como “sabedor de muchas cosas” y el segundo como “amante de la sabiduría”, atribuyéndose a éste último el hecho de ser el primero en autodenominarse como filósofo según una anécdota recogida por Cicerón (siglo I a.C.).
El segundo modo de indagación sobre la palabra filosofía puede realizarse en tres sentidos: el sentido amplísimo, el sentido amplio y el sentido histórico. El primer sentido se encuentra en el trabajo de Paul Radin, denominado El hombre primitivo como filósofo, donde se busca encontrar como abordaba el hombre primitivo temas propiamente filosóficos (el destino, el sentido de la vida, etc.) y se llega a la conclusión de que todas las culturas antiguas tuvieron filosofía. Sobre el sentido amplio, se utiliza los trabajos de Karl Jaspers y Jesús Mosterín, Origen y meta de la historia e Historia de la filosofía respectivamente, donde se plantea que el desarrollo del pensamiento humano puede dividirse en dos etapas: el pensamiento arcaico y el pensamiento filosófico. Así el primero asumiría un acceso directo al mundo sin hacer uso de la razón, sino apelando a mitos y otorgándole una gran importancia al rito como medio para acceder a las divinidades. Respecto al segundo, comenzará por considerar un tiempo axial o eje ubicado en el siglo VI a.C. donde se desarrollaran los principales sistemas de pensamiento en Grecia, India y China. Por último, el sentido histórico, nos lleva a las costas del Asia Menor, a la ciudad de Mileto durante siglo VI a.C. donde aparecerán los primeros representantes de la filosofía occidental.
Desde esta última perspectiva, Sobrevilla desarrollara el origen de la filosofía considerando como base el trabajo del filósofo español Ortega y Gasset en su obra Origen y epílogo de la filosofía, cuya tesis central es que “para afirmarse en el mundo el ser humano necesita ciertas creencias y técnica”, por lo que la aparición la filosofía en occidente se estructurará en un proceso de tres etapas: la magia, el mito y la filosofía. Sin embargo, en el texto solo se abordará el paso del mito al logos, donde el desarrollo comercial y la aparición de la escritura serán claves para explicar la crisis de la civilización griega durante los siglos VII y VI a.C. que permitirán la aparición de las religiones orientales en dicha región y el surgimiento de la filosofía, proceso que comenzará con el desarrollo de la actitud filosófica; luego el abandono del modelo genético del mundo, que heredaron de los mitos, por un modelo histórico y diacrónico que posteriormente se verá complementado con el desarrollo de la lógica en el siglo IV a.C..
En relación con lo anteriormente expuesto, Sobrevilla introduce el tema de las determinaciones de la filosofía que bien puede entenderse como su definición. Así, en una primera instancia, él la define como “la orientación racional y general en el mundo”. Adicionalmente aclara que se trata de una orientación en la medida que busca ubicar o determinar a una persona o entidad o un conjunto de estas en un lugar ante el mundo y para ello requiere de un instrumento que es la razón, por ello se diferencia de la religión que también es una orientación pero a través del mito y la fe. Asimismo, se considera que es general porque su objeto es la realidad como una totalidad, precisamente ésta característica la diferencia de la ciencia que solo aborda ciertos aspectos o dominios de la realidad. Ahora bien, esta definición o determinación de la filosofía se encuentra abordada por la metafísica por lo que las demás disciplinas filosóficas abordarán la otra definición o determinación de ésta. Así, la otra determinación de la filosofía es definida como “la reflexión racional sobre ciertos problemas básicos o fundamentales, (…) de un alto grado de generalidad y por ello mismo muy abstractos.”, es decir, que ésta también se encarga de abordar ciertos aspectos de la realidad y que a diferencia de la ciencia su labor sería más general y basada en un examen racional y no empírico de dichos aspectos. No obstante, esta posición deja fuera otras orientaciones basadas en la voluntad de poder, como en la filosofía de Nietzsche, y la voz del ser en la filosofía de Heidegger.
Por otra parte, el filósofo huanuqueño divide la filosofía inicialmente en dos ramas: la rama formal o propedéutica y la rama real. En la primera rama se ubica a la lógica como una materia introductoria de la filosofía que hace referencia a la parte formal del pensamiento, su objeto de estudio, estudiando los razonamientos deductivos e inductivos. En cambio, la segunda rama, aborda los objetos de la filosofía en el mundo real, que a su vez se subdivide en una filosofía teórica (reflexión sobre el mundo dado), filosofía práctica (reflexión en torno a la acción humana), filosofía de la técnica (reflexión sobre el mundo producido por el hombre) y filosofía de la religión (reflexión sobre la trascendencia y lo divino). Finalmente, todos estos temas se refieren a una reflexión sobre el hombre, sobre el ser humano.
Finalmente, se realizará una breve exposición sobre los métodos de la filosofía, entendiendo a estos como el camino que uno debe seguir para obtener un determinado fin. Ahora bien, dicho fin puede ser teórico o práctico, y por ende buscará el conocimiento o la felicidad, respectivamente. Sin embargo, Sobrevilla considera únicamente al fin teórico para desarrollar su explicación sobre el método. Así, tenemos que él comienza por la edad antigua donde destaca al método dialéctico de Platón y el pluralismo metódico de Aristóteles. Posteriormente, en la edad moderna se recogerá de Francia al método único de cuatro reglas propuesto por Rene Descartes; hasta llegar al siglo XIX donde primaron dos métodos: el método positivista de Augusto Comte, que se ajustaba al estudio de lo dado, y el método dialéctico de Hegel y Marx que, a diferencia de Platón, se encarga de encontrar y superar las contradicciones que se encuentran en la conciencia y en el ámbito material, respectivamente. Luego, con la división entre las ciencias de la naturaleza y las de la cultura se comienza a establecer la diferencia entre hechos y valores, un ejemplo de ello es la propuesta del neokantiano Heinrich Rickert, mientras que Wilhelm Dilthey plantea un método hermenéutico para abordar la ciencias espirituales. Posteriormente, aparecería Hans-Georg Gadamer para darle una mayor importancia al medio linguistico. Además, durante el siglo XX la filosofía tendrá dos métodos en disputa: el método fenomenológico de Husserl y el método analítico del primer Wittgenstein. Finalmente, también existe una corriente antimetódica conformada por Nietzsche, Gadamer y Feyerabend, que rechaza la preponderancia del método respecto a la ciencia y la filosofía.
Referencias:
- Sobrevilla, D. (2014). Introducción a la Filosofía. Lima, Perú: Editorial Universitaria.
- Miroquesada, F. (22 de agosto de 2014). David Sobrevilla, gran pensador. El Comercio. Recuperado de http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/david-sobrevilla-gran-pensador-francisco-miro-quesada-c-354980
- Giusti, M. (29 de agosto de 2014). La herencia de David Sobrevilla. El Comercio. Recuperado de http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/herencia-david-sobrevilla-miguel-giusti-357435
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